El
estar situado en Los Alcores Sevillanos, ya es un privilegio, por su historia,
por su clima, por su imagen. Cuando vamos paseando por la calle Camino las
Minas, de camino para el Alconchel y miras para tu derecha y divisas la Vega,
eso es un regalo para la vista, sobre todo en esta época de primavera en la que
el suelo está vestido de diversas tonalidades de verde. Y si miras a tu
izquierda podrás ver nuestro Castillo de
Luna, ¿porqué de Luna?...hay algunas hipótesis pero ninguna a ciencia cierta,
es algo más popular, como cuando a algo o a alguien se le empieza llamando por
un nombre, y al final se le queda, pues aquí ha pasado lo mismo, le empezaron
llamando de Luna y por tal lo llaman sus maireneros (y que no se le cambie “por
Dios”...)
Es
un Castillo como puede ser otro cualquiera, ¿no?, pero es el nuestro, y lo
adoramos, “clarooo”, dirán los forasteros, pero es que es particular, como la
canción que cantábamos cuando éramos pequeños. Es un Castillo que está metido
en el pueblo, tanto, que algunas mujeres cuando salen a su patio a tender, se
topan con la torre Duque, (que privilegio tenerlo tan cerquita). Un Castillo
que tiene casi siete Siglos, propiedad de la importante familia Ponce de León, que
fue construido sin tener que serlo, y
aun así participó en la conocida Banda Morisca para la reconquista de Granada.
El
Castillo de Luna, como le gusta a sus maireneros que se le llame, fue el
pionero en construcción militar adaptada al tiro con artillería, y por ello esta innovación sitúa al Castillo de MAIRENA DEL ALCOR, en un estudio avanzado respecto a la
tradicional muralla bajo medieval y lo coloca como un precedente de BALUARTE DE
LA EDAD MODERNA.
Esta
fortificación perteneció a la familia Ponce de León hasta el año 1789 que quedó
sin descendencia directa masculina, pasando a heredarlo los Duques de Osuna,
familia cercana a los Ponce de León, los cuales lo poseyeron hasta el año 1897,
en el que el último heredero también sin descendencia directa masculina y
arruinado por malgastar toda la fortuna familiar (que no era poca), tiene que
ceder todo lo poseído en junta de acreedores.
¿Otra
particularidad?...que se convirtiera en vivienda.
En
el Siglo XX, llega hasta Los Alcores, el arqueólogo D. George Edward Bonsor
Saint Martin, para nosotros, Jorge Bonsor (si queréis saber algo más sobre él,
podéis leer entre nuestras entrada, una dedicada al mismo).
A
modo de recordatorio, solo anotar que una de las peculiaridades de Jorge Bonsor fue
la de caracterizarse por ser un arqueólogo del territorio, ¿esto qué quiere
decir?...quiere decir, que hacía un estudio compaginado del espacio y del
tiempo, e iba anotando todo sin dejarse atrás un detalle por pequeño que fuese
y de una forma sistemática.
El punto de arranque de sus
investigaciones fue la exploración de Los Alcores, que tuvo lugar entre los
años 1894 y 1899. Estas investigaciones fueron publicadas en Francia, en “Les
colonies agricoles prerromaines de la Vallée du Betis”, 1ª obra moderna sobre civilización tartésica.
Este
señor compra el Castillo en el año 1902 por 12 €, (2000 de las antiguas
pesetas), lo reforma (año 1902-1907) y lo hace su vivienda, instalando en el
antiguo cuerpo de guardia de la fortificación, su museo.
El
patio de armas lo convierte en un precioso jardín, del que hoy pueden disfrutar
sus visitantes. Como buen amante de la arqueología, podemos encontrar restos a
modo de ornamentación o reciclado, como pueden ser tejas romanas, bolaños de
cañón, ruedas de molino, etc., etc., por todo el Castillo. Cegó
la puerta principal que se encontraba en el antiguo cuerpo de guardia, y abrió
una grande para carruajes, que da a la zona del olivar (comprado también por
él), y otra pequeña, por la que sus visitantes tienen acceso al mismo.
En
fin, no vamos a dar toditos los detalles, porque preferimos que vengan a
conocerlo in situ y así poderle dar las explicaciones pertinentes observando su
físico.
“POR
ESTO Y MUCHO MÁS…VEN, MAIRENA TE QUIERE CONOCER”
Video de José Montero
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